Virtudes de Lutero – Dr. Daniel Ruarte

Tres Virtudes que Hicieron de un Ser Humano Común y Corriente, una Herramienta Transformadora y Generacional.

Un hombre ordinario que logró cosas extraordinarias, alguien de quien se habla, se enseña, se escribe, se expone y se estudia. Martin Lutero, el gran reformador, el caudillo, el controversial, el de pensamiento crítico, quien desafió el status quo, arriesgando su posición religiosa y su vida. Algunos pensando que para bien y otros para mal.[1] En este artículo, quiero enfocarme en tres de sus virtudes, su compromiso con la educación formal, su disciplina para redactar y escribir obras y su pasión por la equidad bíblica-eclesiástica. Estas hicieron del Dr. Lutero una herramienta transformadora y generacional, transformadora en el sentido de cambio, ya que, en 62 años, logró confrontar las injusticias y promover un cambio radical. Generacional, en el sentido de trascendencia, ya que los cambios que promulgó en su vida terrenal, han logrado perdurar y afectar otras generaciones. Para Hoffman, la reforma fue “un proceso permanente, un movimiento y un cierto método del quehacer teológico.”[2] En las próximas hojas observaremos mas a fondo estas tres virtudes y concluiremos con una aplicación para el líder, pastor, o siervo Hispano de este siglo.  

Lutero y la Educación Formal

Su compromiso con la educación formal esta anclado en su preparación académica. Esto tomó un esfuerzo y dedicación al estudio que no muchos están dispuestos a dar. Al observar su carrera académica, O’Neill explica que a los diecisiete años, fue a la universidad de Erfurt para hacerse abogado, pero en 1505 cambio de dirección.[3] Decidiendo convertirse en fraile y prepararse para el sacerdocio. En 1509 es nombrado profesor en la universidad de Wittenberg donde obtuvo una segunda licenciatura, esta vez en teología y no en artes, y donde finalmente recibió en 1512 el grado académico mas alto de ese entonces, el doctorado en teología. Esto le llevó a dedicarse “con más celo que nunca a estudiar el libro santo.”[4] En una de sus obras, Lutero expresa su deseo de promover la educación y alfabetización del ser humano ya que su deseo era exhortarles a invertir y considerar el valor, costo y beneficio de la educación.[5]  

Lutero y la Escritura Profesional

Su disciplina para redactar y escribir obras fue envidiable y fundamental para el cambio que estaba promoviendo. Sánchez dice que Lutero fue, “un escritor prolijo, lleno de pasión por sus ideas que defendió hasta la muerte.”[6] Estas numerosas enseñanzas que dejó plasmadas en papel y pluma esparciéndose por todo territorio y hasta hoy continúan enseñándonos. Es como si Lutero mismo estuviese aquí con nosotros, hablamos como si le conociéramos, como si supiésemos sus pensamientos, razonamiento, filosofía de vida, su percepción de Dios y su iglesia. Esto lo podemos atribuir a su dedicación a la escritura académica profesional. Como dijo él mismo, “si se desea preservar el evangelio y toda clase de artes, deben estar consignados y compilados en libros y escritos (como lo hicieron los propios profetas y apóstoles según lo dicho antes)”[7] Estas palabras, nos dan a entender su filosofía en cuanto a la escritura. Con claridad nos exhorta a que para preservar las verdades y pensamientos es necesario seguir el ejemplo de los profetas y apóstoles que escribieron por orden divina los libros y cartas que hoy utilizamos. Poniéndolo en contexto, la razón por la cual los pensamientos, las enseñanzas, y los argumentos de Lutero han sido preservados hasta el día de hoy, es precisamente porque el los escribió.

Lutero y la Equidad Bíblica/Eclesiástica

 Por último, su pasión por la equidad bíblica-eclesiástica es demostrada en su deseo de traer un balance entre el liderazgo eclesiástico y sus feligreses. Él, luchó por la alfabetización bíblica del pueblo y las injusticias de líderes eclesiásticos. Equidad es incondicional e ingenua, es la lucha por una causa noble sin esperar algo a cambio, al contrario, a veces arriesgando, como en el caso de Lutero, nuestra propia vida.[8] Por ejemplo, en uno de sus escritos dice que está ante Dios con “buena conciencia de que en este asunto no busco mi propio provecho[9], cosa que conseguiría mas fácilmente guardando silencio.”[10] Adicionalmente, sus 95 tesis demuestran claramente este sentido de equidad, por ejemplo, al protestar diciendo que la gente estaba siendo engañada[11] por estos líderes y sus promesas en cuanto a las indulgencias. Esto fue importantísimo en sus discursos y en su protesta por la equidad bíblica-eclesiástica. Lo que yo llamo una causa noble y un corazón de equidad.

Aplicación

La aplicación para líderes, pastores, o siervos hispanos de este siglo es, primeramente, que necesitamos entender el valor e impacto que deriva de invertir en nuestra educación. La educación formal no es un costo, sino una inversión de carácter formativo con repercusiones de perdurabilidad. En segundo lugar, aquellos que ya están en lugares de autoridad literaria, los aspirantes a las facultades educativas, los que tienen grados teológicos o posiciones de influencia, debemos de poner nuestros pensamientos, razonamientos, filosofías, sabiduría y experiencia en forma literal para poder influenciar las masas de hoy y las generaciones venideras. En último lugar, es imprescindible que el pueblo hispano en este país busque la equidad, para poner la palabra de Dios como fundamento para el cambio, como lo dispuso Lutero. Finalmente, al recordar los 500 años de la reforma (1517-2017), concuerdo en que Lutero fue un ferviente siervo, incansable en sus esfuerzos para promover cambio.[12]  

Bibliografía

González, Justo L. Historia del cristianismo (Tomo II): Desde la era de la reforma hasta la era inconclusa. Editorial Unilit, 1994.

Hoffmann, Martin. «La Reforma, un nuevo paradigma de la teología.» Revista Espiga 16.33  (2017): 19-32.

Martín Sánchez, Miguel Ángel. «Implicaciones educativas de la Reforma y Contrarreforma en la Europa del Renacimiento.» Cauriensia (2010).

Lutero, Martín. «La necesidad de crear y mantener escuelas cristianas.» Obras de Martín Lutero 7 (1976): 23.

Lutero, Martín. «Las 95 tesis.» Obras de Lutero (2001): 65.

O’Neil, Judith. Martín Lutero. Vol. 27. Ediciones AKAL, 1991.

“Su vida y su obra – Datos bibliográficos de Martín Lutero.»  Ibrpg, 10 Oct. 2017,  obtenido de http://www.ibrpg.org/biblioteca/archivos/biblioteca_103.pdf.


[1] González, Justo L. Historia del cristianismo (Tomo II): Desde la era de la reforma hasta la era inconclusa.  Editorial Unilit, 1994, (Gonzáles 33).

[2] Hoffmann, Martin. «La Reforma, un nuevo paradigma de la teología.» Revista Espiga 16.33 (2017): 19-32.

[3] O’Neil, Judith. Martín Lutero. Vol. 27. Ediciones AKAL, 1991. (9)

[4] “Su vida y su obra – Datos bibliográficos de Martín Lutero.»  Ibrpg, 10 Oct. 2017, http://www.ibrpg.org/biblioteca/archivos/biblioteca_103.pdf.

[5] Lutero, Martín. «La necesidad de crear y mantener escuelas cristianas.» Obras de Martín Lutero 7 (1976;2001): 23.

[6] Martín Sánchez, Miguel Ángel. «Implicaciones educativas de la Reforma y Contrarreforma en la Europa del Renacimiento.» Cauriensia (2010, p.221).

[7] Lutero , op cit., (1976; 2001, p. 13).

[8] Ibrpg, op cit., p. 1. 

[9] Énfasis añadido.

[10] Ibrpg, op cit., p. 19. 

[11] Lutero , op cit., (2001, p. 2), véase tesis numero 24. 

[12] Ibrpg, op cit., p. 8. 

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